24 ENERO 2021 DOMINGO III TIEMPO ORDINARIO
El Señor dirigió la palabra a Jonás:
Ponte en marcha y ve a la gran ciudad de Nínive; allí les anunciarás el mensaje que yo te comunicaré. Jonás se puso en marcha hacia Nínive, siguiendo la orden del Señor…
Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor.
Vio Dios su comportamiento, cómo habían abandonado el mal camino, y se arrepintió de la desgracia que había determinado enviarles. Así que no la ejecutó. JONÁS 3.
EVANGELIO MARCOS 1, 14-20
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio.
Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.
Jesús les dijo: Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.
VOCACIÓN DE SAN PEDRO Y SAN ANDRÉS – JUAN DE ROELAS
Este Domingo III del Tiempo Ordinario, quiere la Iglesia, por iniciativa del Papa Francisco, que lo dediquemos a centrarnos en la Palabra de Dios, tarea constante para el cristiano; a veces lo que es tan obvio se nos pierde entre la multitud de actividades y quehaceres que en cascada llevan rodando nuestra vida. La serenidad de la reflexión y la profundidad de la oración en la Palabra de Dios nos impulsarán a una conversión personal y comunitaria, a una acción social y evangelizadora sin fatiga.
La vida pública de Jesús comienza con la elección de un grupo que serán sus discípulos y será el núcleo primero de la evangelización. Para presentar la vocación de estos cuatro primeros apóstoles he seleccionado el cuadro “VOCACIÓN DE SAN PEDRO Y SAN PABLO” de JUAN DE ROELAS (Flandes hacia 1570 – Olivares, Sevilla 1625) que se encuentra en el MUSEO DE BELLAS ARTES DE BILBAO.
Seguramente este pintor no es de los más conocidos, además no conservamos mucha producción de sus pinceles. Este cuadro formaba parte del Retablo del Colegio de Santo Tomás de Aquino de Sevilla, disperso hoy en diferentes museos, la mayor parte de las tablas conservadas se exponen en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
La Vocación de San Pedro y San Pablo recoge el momento en el Jesús pide a ambos pescadores, caminando junto al lago de Galilea, que le sigan para comenzar a ser pescadores de hombres. Ambos hincan una rodilla en tierra entre la admiración y la aceptación incondicional mientras el Señor parece continuar su camino con serenidad y energía. Es una invitación mientras pasa por el camino, es la invitación que hace a cada persona.
Juan de Roelas trata la escena desde el naturalismo con una enorme riqueza de colores cálidos y trazos fluidos. Es como una llamarada de colores que envuelven al espectador en la serenidad de la palabra y el entorno, en la emoción del encuentro y la naturaleza. Nuestra mirada se posa en la realidad que enriquece el momento, el tronco del árbol con su corazón hueco a fuerza de entregarse, sus ramas nuevas abiertas como una mano amistosa, mientras sonríe el corazón asombrado de los dos pescadores porque su vida tiene valor, su esfuerzo es progresión hacia el futuro, porque han sido tratados con la dignidad que Jesús entrega a cada persona en todo momento.
Juan Roelas presta atención a las descuidadas piedras del primer plano, a las nubes sinuosas del fondo, a la desvencijada barca que llega a nuestro lado y también a la casi invisible barca del segundo plano, al agua del lago que apenas mece sus gotas con la suavidad de la brisa, al paisaje del fondo… estamos viendo un pequeño cuadro de este consumado maestro de la pintura naturalista. Una pintura que es mezcla admirable de pequeñez y fortaleza, de serenidad y energía, de oración y de acción.
Javier Agra
17 ENERO 2021 II DOMINGO TIEMPO ORDINARIO
Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».
SALMO 39
EVANGELIO JUAN 1, 35-42
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: Este es el Cordero de Dios.
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: Qué buscáis?
Ellos le contestaron: Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?
Él les dijo: Venid y veréis.
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo). Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro).
ECCE AGNUS DEI DIERIC BOUTS
Este Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, la liturgia nos invita a cultivar la misión que comenzó el Bautista cuando presentó a Jesús a sus contemporáneos, a sentir siempre deseo de conocer al Cristo, de estar con Él, de seguirle incondicionalmente…
El cuadro “ECCE AGNUS DEI” pintado en 1462 por el flamenco “DIERIC BOUST” (Haarlem, Holanda hacia 1415 – Lovaina 1475) ilustra la liturgia de este domingo. El lienzo se expone en el Museo “ANTIGUA PINACOTECA de MUNICH”.
El evangelio de Juan que leemos hoy puede entenderse dentro de las manifestaciones de Jesús, el Cristo como hombre y como Dios, a las que estamos acostumbrados en el reciente tiempo de la Navidad. Es como si Juan Bautista, figura tan apreciada y cercana durante este tiempo, nos presentara a Jesús personal y concretamente a cada uno de nosotros. El Bautista está con los más íntimos, señala a Jesús como quien dice: Mira tú mismo, que no te lo cuenten, que no tengas que estudiarlo, ve por ti mismo, observa… “Este es el Cordero de Dios”.
En el cuadro de Dieric Bouts, Juan Bautista señala con el dedo a Jesús quien pasa, aún solitario, para dar comienzo a su misión de comunicar el Reino de Dios. Tras la presentación, nace quién sabe si solamente la curiosidad, tal vez un primer impulso por conocer a Jesús, acaso el deseo profundo de saber quién es, dónde vive, pasar con él la tarde y la vida entera.
El pintor separa a Juan el Bautista de Jesús, por el río Jordán. Vamos a cruzar el río, al otro lado del agua bautismal, de la entrega, del deseo ferviente de seguimiento. De los que estaban con el Bautista, dos siguen de inmediato a Jesús y ya no lo abandonarán nunca: Andrés y otro del que no se indica el nombre… ya desde el mismo comienzo podemos poner cada persona nuestro nombre y comenzar a seguir a Jesús inmediatamente. Venid y ved, continúa sonando en nuestros oídos y nosotros queremos que la Iglesia sea ese lugar donde Andrés, el otro discípulo y después Pedro vieron la casa de Jesús y se quedaron con él.
Pintor de fisonomías remarcadas, de serenos semblantes, de sosiego en el paisaje profundo conseguido por el río que curvea en calma y se adentra en una profundidad de paisaje calmado, casi como una sinfonía de cumbres y valles, de vegetación frondosa y clara, como una melodía de colores y luz que camina placentera para envolver la escena de la presentación y del encuentro permanente.
Javier Agra
10 ENERO 2021 FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR
Así dice el Señor:
Mirad a mi siervo, a quien sostengo;
mi elegido, a quien prefiero.
Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones.
No gritará, no clamará, no voceara por las calles.
La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará.
Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará,
hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas.
Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano,
te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones.
Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión,
y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.
ISAÍAS 42
EVANGELIO MARCOS 1, 7-11
En aquel tiempo, proclamaba Juan: Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.
Y sucedió que por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán.
Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacia él como una paloma. Se oyó una voz desde los cielos: Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.
BAUTISMO DE CRISTO EL GRECO
Con esta festividad del Bautismo de Cristo, cerramos el precioso y apreciado Tiempo de Navidad. Son numerosas las obras de arte que recogen este acontecimiento, del que arranca la vida adulta o pública de la misión de Jesús, el Cristo. En nuestro templo de Santa Teresa Benedicta de la Cruz podemos contemplar una representación de la escena del Bautismo, en la capilla penitencial.
He seleccionado EL BAUTISMO DE CRISTO del GRECO (Doménico Teotocópulos) Candia, Creta 1541 – Toledo 1614. El cuadro está expuesto en el MUSEO DEL PRADO, lo pintó entre los años 1596 y 1600 como parte de un retablo para el convento de la Encarnación en Madrid. Posteriormente, en 1609, realizó una versión muy parecida que se conserva en el Hospital de Talavera en Toledo. La iconografía en su conjunto mantiene los mismos personajes que hasta entonces, y también hasta nuestros días, se representan en la escena. Sin embargo, el Greco introduce diferentes variantes que le hacen un cuadro único y característico en este tema del Bautismo de Cristo.
La intención en claramente teológica, pues está profundamente alejada del naturalismo característico de cualquier otra versión del conjunto de los pintores. Es una escena de noche, tal vez como recuerdo de los primeros bautismos de la Iglesia, en la noche de la Pascua o en la Vigilia de Pentecostés. El río Jordán es, apenas, una sencilla presencia de agua entre Jesús arrodillado con su pierna izquierda sobre una roca y el Bautista que se apoya sobre una firme piedra. En el bautismo, nos unimos a Jesús que es la roca que nos salva.
La vegetación está ausente en esta pintura, apenas apuntada por un tronco casi imperceptible junto a la figura de Juan Bautista, al pie del tronco se adivina un hacha en recuerdo de Mateo 3, 10 “ya está el hacha puesta sobre la raíz de los árboles y todo árbol que no dé buen fruto será talado y arrojado al fuego”.
Juan Bautista descarnado aparece como en penumbra, su figura cierra el Antiguo Testamento y da paso al Tiempo Nuevo y definitivo de Jesús a quien pinta el Greco con luz propia. Ambas figuras atraen la atención del espectador que puede entrar a formar parte de la comitiva de los ángeles que acompañan el Bautismo, cada uno con rostro propio en la individualidad que cada uno mantenemos dentro de la unidad de la Iglesia, para el enriquecimiento común. Uno de los ángeles, con túnica azul, sostiene el manto rojo que ofrece y entregará a Jesús como símbolo del bautismo segundo que Jesús recibirá en la Cruz. Los cristianos seremos bautizamos en Cristo en su totalidad. Recordamos el detalle que cuenta el evangelista Juan, del costado de Jesús manó sangre y agua (Juan 19, 34).
Esta parte del cuadro que simboliza la escena de Jesús en la tierra se une a la escena celeste, por el Espíritu Santo que baja, irrumpiendo como un relámpago repentino, en forma de Paloma sobre el Hijo, donde el Greco ha pintado al Padre Dios de sonriente rostro dentro de una mandorla de luz, bendiciendo a la humanidad y a la naturaleza entera. Esta escena celeste tiene aún más profusión de colores y de diversidad de tamaños en las figuras de los ángeles y pequeños querubines que revolotean produciendo una constante sensación de brioso movimiento. El Bautismo de Cristo es una presencia de Dios Trinidad.
Las formas desproporcionadamente alargadas de la pintura de El Greco es lo que llamamos pintura Manierista, representada principalmente por el pintor del que hoy estamos hablando pero también por otros, pocos, pintores españoles y europeos de la época. El Greco firma su cuadro en la piedra sobre la que apoya el pie izquierdo Jesús en su Bautismo.
Javier Agra
6 ENERO 2021 SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.
En sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.
Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres.
SAMO 71
EVANGELIO MATEO 2, 1-12
Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron: En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel”.
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.
TRÍPTICO DE LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS ROGIER VAN DER WEYDEN
Durante estas fiestas de Navidad, me permitiréis que no escriba para todos los domingos y haga alguna aportación en otras fechas de sumo interés y fuerza religiosa. Este es el caso del Domingo Segundo de Navidad que celebramos el día tres de enero, en su lugar quiero aportar para la Solemnidad de la EPIFANIA DEL SEÑOR el “TRÍPTICO DE LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS” de ROGIER VAN DER WEYDEN (Tournai, Bélgica 1400 – Bruselas 1464), pintado el año 1455 pertenece a la PINACOTECA DE MUNICH.
Conocemos como Epifanía la manifestación de Jesús al mundo entero a través de los magos o sabios de Oriente, pero también a través de los pastores como ya celebramos el mismo día de la Navidad de Jesús. La historia ha visto diferentes símbolos en el número de los tres Reyes Magos. Los Santos Padres hablaban de las diferentes edades de las personas, de los continentes antes de nuestro conocimiento de América. En todo caso los pintores han tenido en cuenta los tres presentes que se ofrecen a Jesús: oro, incienso y mirra en alusión a su realeza que no es de este mundo, a su divinidad, a su muerte en la cruz.
Descubrimos en Van der Weyden, nuestro pintor, una extraordinaria vitalidad de los personajes, profusión de detalles en su pintura tales como los labios del rey arrodillado a punto de rozar la mano del niño, la estrella asomando tímida sobre el alero del tejado, el perro en actitud de reposo, la delicadeza en la terminación decorada de los diferentes vestidos…
Mientras el rey que hemos convenido en llamar Melchor, está arrodillado adorando al niño, Gaspar permanece en pie con su regalo en la mano y Baltasar, el más joven, espera su turno mientras un niño le presenta el tarro con la mirra. Un sequito acompaña la escena con Jesús en primer pleno mirando hacia la escena y también acogiendo con sus ojos a todos los espectadores que llegamos al arrumbado establo con nuestras ansias de adorarlo, con nuestros desvelos de la vida, con nuestras ilusiones de futuro.
Sobre la pared del fondo cuelga un crucifijo, Cristo en la Cruz como anticipo del cierre de su vida entre nosotros antes de la Resurrección que anuncia el alba luminosa del horizonte. Es frecuente encontrar en las pinturas de la Navidad diferentes símbolos que adelantan el momento de la redención en la Cruz, tal vez ninguno tan explícito como éste del crucifijo en la pared del fondo. Estamos ante un cuadro lleno de armonía, de vitalidad, de expresividad fogosa, de recogimiento casi litúrgico, de inmensidad pues nos integra en la familia del recién nacido y al mismo tiempo nos lanza a anunciar el Reino de Dios, que comienza en el escondido establo, a toda la tierra; toda la humanidad está recogida en la diversidad de personajes presentes, toda la naturaleza con su brillo y sus noches, con sus miedos y sus gozos, en este magnífico cuadro lleno de movilidad y de luces diversas.
El Tríptico, lo pintó para la iglesia de Santa Columba en Colonia. En sus tablas laterales podemos contemplar la Anunciación con los tres personajes que siempre se representan: el Ángel Gabriel, María y el Espíritu Santo en forma de paloma que vuela, entre la voz del Padre escenificada en los rayos de luz, hasta el seno de María donde comienza a formarse Jesús, el Hijo. A nuestra derecha vemos la escena de la Presentación de Jesús en el templo, con la presencia de José, María y Jesús ante Simeón que tiene al niño en sus brazos y la profetisa Ana.
En el Museo del Prado podemos contemplar una magnífica adaptación de esta pintura, realizada por Hans Memling, alumno de Rogier Van der Weyden, con el mismo título “Tríptico de la Adoración de los Magos”.
Javier Agra
27 DICIEMBRE 2020 SAGRADA FAMILIA
ORACIÓN COLECTA
Oremos a nuestro Padre pidiéndole que haga de todos nosotros
una familia en Cristo.
Oh Dios y Padre nuestro:
Tú diste a tu Hijo Jesucristo el calor y la seguridad de una familia
por medio de María y José en Nazaret.
Haz que tu Hijo comparta también la vida de todas nuestras familias cristianas
y haz de tu Iglesia una comunidad en la que aprendamos a aceptarnos y ayudarnos unos a otros
como miembros de una misma familia.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
EVANGELIO LUCAS 2, 22-40
Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor, y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones.
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.
SAGRADA FAMILIA FRANCESCO ZAGANELLI
FELIZ NAVIDAD!
Se nos agrupan los acontecimientos festivos en estas fechas de luz, de vida, de entusiasmo, de fe, de PAZ, de serenidad.
La Sagrada Familia ha sido y es presentada a través muchas expresiones artísticas. En la revista de nuestra parroquia entregamos para la contemplación esta “SAGRADA FAMILIA” de FRANCESCO ZAGANELLI (Cotignola, Italia entre 1460 y 1470 – Ravena, Italia 1532). Este pintor italiano, del que no podemos asegurar la fecha de nacimiento, salvo que está en la horquilla de diez años previamente escrita, también es conocido como Francesco da Cotignola, por el lugar de su nacimiento.
Tal vez no es de los que ha permanecido con más nombre en el recuerdo popular, no obstante podemos admirar la fuerza de sus cuadros en otras pinturas y también en este de La Sagrada Familia, realizado hacia 1525.
El autor presenta a un Jesús niño, completamente desenvuelto a quien podemos observar como si ya fuera adulto pese a la apariencia infantil. Jesús mira de frente al espectador, nos muestra una manzana, fruta que recuerda el mal paso de la humanidad en el jardín del Edén donde entramos al pecado y a la muerte. Jesús mismo evoca, con la postura en que ha sido pintado, el momento en que será depositado en el sepulcro. Ahora con su nacimiento y su vida en esta familia de Nazaret, Él nos devuelve la superación del pecado y nos abre la senda de la vida eterna.
José y María, sus padres, con los ojos entrecerrados, lo contemplan con cariño y admiración. Los dos padres hacen de focos que dirigen nuestra vista hacia el niño Salvador. Es una explosión de esperanza este cuadro familiar. José arropa a Jesús mientras sostiene en su mano izquierda la vara florecida de Jesé en recuerdo del texto de Isaías 11, 1: “saldrá un renuevo del tronco de Jesé, / y de su raíz brotará un vástago…” Este capítulo de Isaías continúa con una belleza poética formidable y una esperanza llena de ilusión.
Un ángel acompaña la escena, en actitud de adoración al niño que nos ha nacido. Tras María ha colocado el pintor un paisaje que puede recordar de nuevo la belleza del Paraíso que fue un jardín perdido y está llamado a ser una explosión de felicidad de vida eterna para toda la humanidad.
Javier Agra
NOCHEBUENA 2020
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;
habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló.
Acreciste la alegría, aumentaste el gozo.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado:
lleva a hombros el principado, y es su nombre:
«Maravilla de Consejero, Dios fuerte,
Padre de eternidad, Príncipe de la paz».
Para dilatar el principado, con una paz sin límites,
sobre el trono de David y sobre su reino.
Para sostenerlo y consolidarlo
con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre.
ISAÍAS 9
EVANGELIO LUCAS 2, 1-14
Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad.
También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta.
Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.
En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor.
El ángel les dijo: No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad
RETABLO DE LA VIRGEN MARÍA BLASCO DE GRAÑÉN
FELIZ NAVIDAD. Estas fechas han llenado textos, partituras, lienzos… Estas fechas llenan de entusiasmo, de luz, de fortaleza… nuestras vidas.
De las numerosas pinturas que recogen cada maravilloso momento de LA NAVIDAD, centrado en el Nacimiento de Jesús pero que también recorren todos los acontecimientos que celebramos cada día, quiero aportar para nuestro solaz y meditación el “RETABLO DE LA VIRGEN MARÍA” de BLASCO DE GRAÑÉN (nació en Zaragoza, desconocemos la fecha- Murió en Zaragoza en octubre 1459). Su primera obra documentada data de 1422. De este autor, de la época del arte Gótico, se conservan múltiples obras, principalmente originariamente como retablos.
El Retablo de la Virgen María se puede admirar en el MUSEO DIOCESANO DE BARBASTRO, Zaragoza.
La tabla central del retablo está ocupada por una Madonna, así conocemos genéricamente las imágenes de María con su Hijo Jesús pequeño en brazos. Su mano derecha sostiene una azucena, símbolo de pureza, de entrega absoluta y constante a la voluntad del Padre Dios. Jesús bendice con su mano derecha, tres dedos extendidos como símbolo de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo, Espíritu Santo); con la izquierda apoya una circunferencia que simboliza el mundo en su plenitud. El rostro de Jesús parece el de una persona adulta aunque su cuerpo sea infantil, así se representó a Jesús niño durante el periodo del arte Románico y en numerosas obras del Gótico.
Los colores dominantes son el dorado de la divinidad, el azul del cielo, el rojo del compromiso, la entrega, la fortaleza…junto con tonos más terrosos para destacar alguna escena.
Dos calles laterales, muestran seis escenas con presencia de María. La izquierda está ocupada, en su tabla más alta, por el NACIMIENTO de Jesús en Belén. Los símbolos están recogidos de la infancia de Jesús en los evangelios de Mateo y de Lucas, también del apócrifo Pseudo Mateo en el que leemos que la cueva era oscura “pero al entrar María, la gruta se iluminó y resplandeció totalmente, como si el Sol se hallara allí…y mientras María estuvo en esta caverna…sin interrupción estuvo iluminada con luz divina” Capítulo XIII, 2. El buey y la mula aparecen en el Capítulo XIV: “Al tercer día después del nacimiento del señor, María salió de la gruta, entró en un establo y dejó al niño en el pesebre, y el buey y la mula lo adoraban…”
La tabla del centro de la izquierda representa la Epifanía de los Magos, colocados en una perspectiva diagonal de más anciano a más joven, seguramente representando las edades humanas, y no tanto los continentes.
Más abajo una representación de la Resurrección de Jesús.
Las tablas de la derecha, representan de arriba hacia abajo: La Ascensión, Pentecostés y la Coronación de María.
Este pequeño retablo se cierra en su ático con la escena central del Calvario, alguna vez he comentado que recibe ese nombre genérico cuando en él aparece Jesús en la Cruz y a su lado nada más están María su madre y el apóstol Juan; a ambos lados se agrupa la Anunciación con el ángel Gabriel a nuestra izquierda, ante él la filacteria con la inscripción “Ave María gratia plena” y María a la derecha del espectador con el Espíritu Santo en forma de paloma.
Aquí copio un poema de LUIS ROSALES, sobre la Nochebuena
“De cómo estaba la luz”
El sueño como un pájaro crecía de luz a luz borrando la mirada;
tranquila y por los ángeles llevada, la nieve entre las alas descendía.
El cielo deshojaba su alegría, mira la luz el niño, ensimismada,
con la tímida sangre desatada del corazón, la Virgen sonreía.
Cuando ven los pastores su ventura, ya era un dosel el vuelo innumerable
sobre el testuz del toro soñoliento;
y perdieron sus ojos la hermosura, sintiendo, entre lo cierto y lo inefable,
la luz del corazón sin movimiento.
Javier Agra
20 DICIEMBRE 2020 DOMINGO IV TIEMPO DE ADVIENTO
EVANGELIO LUCAS 1, 26 – 38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?
El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.
ANUNCIACIÓN FRANCESCO DEL COSSA
Oh Adonai,
Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente,
y en el Sinaí le diste tu Ley.
Ven a librarnos con el poder de tu brazo.
Con estas exclamaciones “Oh…” iniciamos cada eucaristía de esta semana hasta el día veintitrés que aclamaremos ya al “Dios con nosotros” “Oh Enmanuel…esperanza de las naciones y salvador de los pueblos…”. Es el deseo del pueblo de Dios de entregarnos a su salvación que encontramos realizada plenamente en María, la Madre de Jesús tal como recordamos en el evangelio de hoy. Es el evangelio de la Anunciación del arcángel Gabriel a María de que sería la madre del Salvador. El mismo evangelio de la Encarnación, que leímos el 25 de marzo –fiesta de la Anunciación o Encarnación – y que recordamos también recientemente en la Eucaristía de la Inmaculada, el ocho de diciembre.
Mucho se ha escrito, se ha compuesto en música y otras artes, en pintura…sobre este breve y definitivo pasaje que nos narra el evangelio de Lucas. Hoy aporto el cuadro “LA ANUNCIACIÓN” de FRANCESCO DEL COSSA (Ferrara 1436 – Bolonia 1478). Estamos tratando de un pintor del Cuatrocento italiano que viajó en sus primeros años por diferentes lugares de Italia, donde estudio con diversos maestros, instaló su taller en Ferrara en 1456 para irse definitivamente a Bolonia en 1470. Su Anunciación pertenece a la GALERÍA DE MAESTROS ANTIGUOS de la pinacoteca del PALACIO ZWINGER EN DRESDE, Alemania.
Es un cuadro narrativo que nos permite leer toda la secuencia del ángel Gabriel, en el lateral lleva un zurrón acaso con otros mensajes en su múltiple tarea de mensajero de parte del Padre Dios, hasta llegar a presencia de María a la que imaginamos también en ocupaciones previas de lectura. Intuimos a la Santísima Trinidad en lo alto del cuadro al fondo: el Padre ocupa lugares celestiales mientras el Espíritu Santo, en forma de paloma se dirige hacia el seno de María donde tiene lugar la Encarnación de Jesús, el Hijo de Dios.
Francesco del Cossa realiza sus pinturas en espacios mimados de intensos detalles, con líneas seguras, figuras escultóricas, es un profundo dominador de la perspectiva y del escorzo. De este modo sus pinturas son como un movimiento continuado en un espacio delimitado por un contorno arquitectónico al mismo tiempo real e idealizado.
En el primer plano, el ángel Gabriel inca su rodilla en tierra para saludar y reverenciar a María; forman una diagonal que lleva al espectador hacia la madre del Salvador, la mirada de Gabriel está representando la vista de todos los espectadores que contemplamos a una joven madre de Jesús de tierno y sereno rostro; María contempla al ángel y mira al suelo, en un gesto de indicar su pequeñez y su voluntad definitiva de entregarse y ser lo que el Padre Dios pida de ella.
El brillo de la mezcla de colores, el símbolo del cielo y de la tierra unido en el conjunto de mantos, vestido, alas, cortinas… la luz que clarea en toda la escena… el resplandor de los rostros y los ojos… la mirada de Gabriel y de María… es toda una teología de oración serena, de entrega a la voluntad de Dios, de acción y aceptación…
Muchos otros detalles hacen de esta pintura un deleite de contemplación: la lentitud del tiempo en el caracol que cruza, la docilidad sin duda expresada con la imagen del perro del fondo, detalles como el de la flor triplemente repetida en la basa y en las volutas del capitel jónico…
Desde los Santos Padres hasta el papa Francisco, ha sido numerosas veces glosado este acontecimiento grandioso de la Encarnación. También el Islam menciona en el Corán esta maravilla de Dios en María por medio del ángel Gabriel (Capítulo 19, 16 – 21).
La Navidad se acerca. Gozo y Felicidad de parte del Niño. Energía y fortaleza para construir el Reino de Dios con serenidad, calma y constancia. Termino esta larga entrega con un poema de Lope de Vega:
LA ANUNCIACIÓN – ENCARNACIÓN
Estaba María santa contemplando las grandezas
de la que de Dios sería Madre santa y Virgen bella.
El libro en la mano hermosa, que escribieron los profetas,
cuanto dicen de la Virgen
¡Oh qué bien que lo contempla!
Madre de Dios y virgen entera, Madre de Dios, divina doncella.
Bajó del cielo un arcángel, y haciéndole reverencia,
Dios te salve, le decía, María, de gracia llena.
Admirada está la Virgen cuando al Sí de su respuesta
tomó el Verbo carne humana, y salió el sol de la estrella.
Madre de Dios y virgen entera, Madre de Dios, divina doncella.
LOPE DE VEGA (1562-1635).
Javier Agra